Poncho es como lo conocíamos todos. Su
nombre era Alfonso Guisado. Uno de los nuestros, no por ser socialista
-que lo era y mucho- ni por ser extremeño, que también, sino por el amor
a los suyos, a su esposa Tomasa y a sus tres hijos; por ser un gran
constructor: de casas y de amistades.
Él ha sido un activista vecinal con letras mayúsculas de ese
barrio que hay detrás del monasterio... El barrio de Sant Francesc, el
barrio que me vio nacer a mí, al igual que a sus tres hijos. Ese barrio
por el que él, con mucho empeño reclamaba mejoras a todo el que tenía
acceso. Orgulloso de sus raíces extremeñas, de su pueblo, La Haba
(Badajoz), y orgulloso de la ciudad donde ha pasado la mayor parte de su
vida, Sant Cugat. Se marcó como reto el hermanamiento y lo consiguió. Y
solo faltaba el viaje a La Haba, donde él junto a muchos paisanos
volvían como representantes de Sant Cugat, ciudad hermana de La Haba.
Pero no ha podido ser... La terrible enfermedad le ha impedido disfrutar
de ese logro, pero los que seguimos aquí haremos ese viaje por ti,
porque te lo mereces.
Tampoco has podido disfrutar de las mejoras previstas para el barrio, el
plan de mejoras del barri del Monestir por las que tanto has luchado
también. Para el PSC ha significado un militante importante y para
muchos ha sido ejemplo a seguir de buen socialista. Nunca quiso un
cargo, para mí tenía el más grande: el de compañero infatigable en los
buenos y malos momentos del partido. Y el de recordarnos porque
existimos como partido: para servir a la gente. Estés donde estés,
Maestro, siempre te recordaremos.
MIGUEL JIMÉNEZ
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